LLORANDO A SOLAS

Ya caída la tarde,
cuando el padre sol se oculta tras el cerro,
mi mente soñadora se presta a dialogar contigo.

Larga como la sombra de la noche
será esta última, querida amada mía,
y en ella encontrarás reflejos de otros días.

Del amor que juraste no habrá olvido,
y al hombre que dijiste serás mío.

Metido en tus promesas voy buscando el cariño de esos días,
y vuelvo a ver la bella del ayer
y el castillo de amor que prometía.

No quisiera destrozar sueños ajenos
forjados al calor de amor tardío,
que has querido ofrecer sin ser olvido a tu mente y corazón,
del que quieres y siempre tú has querido.

Soy yo, yo mismo, el que te ama de antaño todavía, -
quien te ve diferente?

¡Ah! Cabecilla loca, alma pueril y vana,
que eternizar pretendes la abrileña mañana
y detener el tiempo con tu manita leve.
Ni con todos tus soles derretirás esta nieve.

Ya me voy, ya me vuelvo a mi sombra,
a mi oscuro cuchitril donde puedo llorar,
donde puedo gritar un poco
sin que me asalte el miedo de ser cursi.

Tengo el corazón enfermo de un ominoso mal.
mis días transcurren en un mar de melancolía,
y en mis noches de inconformidad
no queda espacio para la esperanza.